martes, 4 de diciembre de 2018

Arte, pintura y arquitectura novohispana.


EL ARTE EN LAS IMÁGENES RELIGIOSAS.
Hablar de arte no implica hacer referencia únicamente de los colores, figuras y formas sino más bien cómo se fue gestando dentro de la sociedad novohispana. Durante el periodo virreinal, el concepto de arte barroco se fue trasformando para retomar elementos que no pertenecían solamente a una cultura en especial, ideales políticos y religiosos de tradición europea se entremezclaron en los territorios americanos.
Asimismo, barroco es termino italiano que significa, impuro mezclado, bizarro y audaz. Este estilo ocupó diversos espacios artísticos e incluso de la vida cotidiana (Toussaint, 1962:98). De ese modo, el arte barroco se puede encontrar en la música, en la escultura, arquitectura y sobre todo en la pintura. Jugó un papel importante en las devociones religiosas por el cual abarcó ámbitos de la vida social y espiritual del virreinato novohispano. (Doménech, 2013: 128)
En el caso de Nueva España, la instauración de un mapa devocional tuvo lugar a medida que se fueron dando las tareas de conquista y evangelización en América. Desde los primeros momentos, la presencia de signos cristianos fue notable, por el cual se explica la aparición de devociones especialmente la de cristo y la virgen junto con la de los santos fundadores de las órdenes (Doménech, 2013: 132).
Durante el virreinato de la Nueva España el arte y la fe fueron elementos que estuvieron estrechamente vinculados, en ese sentido las imágenes jugaron un papel preponderante en el pensamiento religioso de la sociedad de la época. Un ejemplo claro es el de la Virgen de Guadalupe, devoción que fija sus raíces en los primeros años de evangelización, la cual fue venerada en el santuario del Tepeyac convirtiéndose en una de las devociones más importantes del virreinato (Doménech, 2013: 134).
En el Nuevo Mundo llegaron devociones de cristos crucificados, como el Cristo de Burgos. En ese caso debido a que el original representaba una escultura, fue común que la difusión del culto se diera a través de imágenes pintadas haciendo referencia al original. Con ello mismo, un ejemplo es la  imagen de devoción que se guarda en el Museo Nacional de Arte, el óleo sobre lámina de cobre del Divino rostro firmado por Alonso López de Herrera, donde se muestra un rostro de Cristo doliente y sin la corona de espinas. (Doménech, 2013: 135-136).
Lo anterior expuesto da a conocer que las imágenes de devoción forman parte de un contexto cultural determinado, su funcionalidad da cuenta de prácticas devotas como los novenarios, actos litúrgicos o procesiones. Sin embargo, el papel ejercido por la literatura de devoción fue relevante debido a que sobresalieron otros textos como los sermones. De esa manera, el arte novohispano destacó por la práctica de la pintura y escultura, pero también la literatura ocupó un aspecto de fortaleza en el pensamiento social y religioso novohispano (Doménech, 2013: 139-140).
De ese modo, el arte que se desarrolló en los tiempos del barroco en América buscó potencializar los sentidos y vincular así una experiencia estética a través de objetos artísticos. Es así como la devoción practicada en los conventos femeninos, las imágenes visuales y mentales tuvieron un papel fundamental, imágenes de María, de las Santas Vírgenes y retratos de monjas contribuyeron a edificar la perfección espiritual (Fragoso, 2013: 157-161).
Con ello mismo,  el arte fue un elemento para expresar, escenificar y mostrar los eventos de la vida real de una sociedad que estaba constituyéndose. Reflejó los espacios cotidianos, religioso y obras suntuosas como iglesias y construcciones civiles que manifestaron el desarrollo del barroco y su intencionalidad como expresión artística.
PINTURA BARROCA.
La pintura fue otro medio que representó los escenarios de la vida cotidiana, e incluso permitió a varios artistas dar a conocer sus ideales, emociones, sentimientos, formas, figuras, colores y estilos.
A fines de siglo XVII el barroco es un estilo que se desarrolla en Nueva España con suntuosos interiores, dando lugar a dos personajes relevantes de su época, Juan Correa y Cristóbal Villalpando, los siguieron los dos Rodríguez Juárez, Juan y Nicolás (Toussaint, 1962: 119).
La pintura barroca se caracteriza por ser luminosa, de entonaciones doradas, gusta de paisajes otoñales azulosos o rojizos, es ostentosa y especialmente decorativa. Ante ello, se tienen algunas obras de arte de Juan Correa, Escenas de la vida de San Francisco, de 1681, en 1689 y 1691 sobresalen dos grandes cuadros que se encuentran en la sacristía de la catedral de México y muestra la Asunción de la Virgen y la Entrada de Jesús a Jerusalén (Toussaint, 1962: 120).
En Tepoztlán Adán y Eva arrojados del paraíso, la Anunciación y San Nicolás Obispo así como una Santa Teresa en la capilla de San Miguel Nonoalco. Del mismo modo, se  menciona las pinturas de Juan Correa reflejan temáticas religiosas, de coloración brillante, de tonos dorados. Además, Correa muestra una pintura ligera, graciosa, donde las figuras se mueven en ambientes temblorosos y brillantes (Toussaint, 1962: 120-121).
Otra figura importante en el arte pictórico es Cristóbal de Villalpando, para la sacristía de la Catedral de México realizó dos grandes cuadros, la iglesia militante y la iglesia triunfante en octubre de 1684 al 19 de julio de 1685. La cúpula de la capilla de los Reyes de la catedral de Puebla está pintada por Villalpando al óleo, se calcula que este trabajo fue elaborado antes de 1692  cuando falleció el canónigo Castillo. (Toussaint, 1962: 121)
Ahí mismo, en la catedral de Puebla un medio punto fechado en 1683 que representa el pasaje de la Transfiguración y la Serpiente metal, en el Colegio del Estado de la misma ciudad, se tienen las obras de San Ignacio y San Francisco Javier. En la parroquia de Cholula un San Miguel, en el Colegio de Tepoztlán hay veintidós telas que representan la vida de San Ignacio. Así como también, en el Museo Religioso anexo a la catedral de México se encuentran cuatro cuadros: la Anunciación, El Desposorio, la Huida a Egipto y la Adoración de los pastores (Toussaint, 1962: 122).
En ese sentido el arte de Villalpando se caracteriza por ser ágil y de imaginación ligera. Señala Manuel Toussaint, varias obras de este pintor muestran desigualdad y lo atribuye a la urgencia con que el artista se veía obligado a trabajar (Toussaint, 1962, 122).
Nicolás Rodríguez pintor presbítero, tiene obras donde sobresale lo sobrio, adusto, de fondos oscuros y tonos sombríos. Entre sus obras destaca el Profeta Isaías, firmado en 1690 en el templo de la Profesa de México. En la colección Alcázar del Museo Nacional de Historia, una Santa Teresa con dos ángeles de 1692, así como una Magdalena Penitente de 1718, en el Museo de Historia y entre otros trabajos que no están fechados (Toussaint, 1962, 122-123).
Juan Rodríguez hermano de Nicolás, fue otro pintor destacado, que a los diecinueve años firmó un cuadro, la Imagen de Nuestra Señora de San Juan en 1694, además en 1701 pintó un retrato de Felipe V de cuerpo entero, otras obras no muestran la fecha, como la Vida de la Virgen en el Seminario de Tepoztlán. (Toussaint, 1962: 123-124)
 El trabajo de este pintor es más abundante que la de su hermano, para Toussaint este personaje revela un gran talento, del cual algunos de sus proyectos representan una obra maestra, pero también otras son inferiores, desiguales, donde presenta la urgencia del trabajo y debilidad de la técnica. (Toussaint, 1962: 124)
Juan Rodríguez  Juárez  es considerado el último gran pintor de la colonia, a pesar de haber presentado el estilo de Juan Correa y Villalpando, aunque no de forma precisa, lo convierte en una figura importante dentro de los artistas del barroco y  el último de esta expresión artística para dar lugar a pintores contemporáneos del arte churrigueresco. De alguna manera, esto conllevó a otra faceta  de formas,  estilos, estructura y orden en la actividad artística novohispana (Toussaint, 1962: 124).
ARQUITECTURA BARROCA.
Ahora bien, ¿De qué manera podemos comprender el arte barroco en el tema de estudio? En la obra de Manuel Toussaint, Arte colonial en México se hace referencia, que el barroco mexicano puede derivarse del barroco europeo. Sin embargo, se mueve dentro de tendencias peculiares propias, de un desarrollo particular y único (Toussaint, 1962:98).
El barroco en América presenta tres matices que lo caracterizan: Barroco sobrio, el cual implica que es importado de España, rico al adquirir mayor preponderancia el ornato, y exuberante por que a fines del siglo XVIII alcanza lujo en ciertas regiones. (Toussaint, 1962: 102)
Uno de los ejemplares de barroco sobrio en México es la iglesia de San Lorenzo, terminada hacia 1650, de los conventos de frailes sobresale la iglesia de Santiago Tlatelolco concluida en 1610,  así como la iglesia de la Concordia en Puebla y la de Guadalajara. (Toussaint, 1962: 102-103)
En el transcurso del siglo XVII y XVIII se da con mayor profusión un barroco rico, como los templos ubicados en la ciudad de México, la iglesia de Santa Teresa la Antigua (1678-1684), la de San Bernardo, terminada en 1690 del arquitecto Juan de Zepeda con finos ornatos que recuerdan al arte plateresco. En la región de Jalisco se desarrolló un barroco lujoso, un ejemplo es el templo de Santa Mónica que data  de principios del siglo XVIII, además la fachada de la iglesia de Santa Anita en Tlaquepaque (1732) muestra una portada interior de primer orden. (Toussaint, 1962: 105-106).
De barroco exuberante se considera a Puebla como la ciudad barroca y mudéjar por excelencia. Comienza con el templo de San Ildefonso para continuar con el de San Cristóbal y así alcanzar su apogeo con la capilla del rosario, cúpula decorada de santos, interior recamado de oro,  y de columnas salomónicas (Toussaint, 1962: 107-108).
La arquitectura barroca religiosa se caracteriza principalmente por la cruz latina, una sola nave sin crucero, además de que en los edificios religiosos sobresalen dos elementos, la cúpula y la torre. En el interior la ornamentación adquiere importancia e incluso los  retablos llegan cubrir en su totalidad impresiones visuales de carácter pictórico (Piña, 2013:11-12).
Asimismo, la arquitectura novohispana del siglo XVII y XVIII se construyó con espacios, volúmenes y superficies fragmentados y contrastados, además de utilizar como recurso rítmico el claroscuro, la luz inundante, persiguiendo el ilusionismo, lo fantástico y la subjetividad. (Piña, 2013:7)
En cuanto a  la arquitectura civil presenta una jerarquía que va desde el palacio urbano, la residencia de los nobles, casa de vecindad, habitación de los humildes, pasando por las casas solas, y de renta. El palacio barroco se caracterizó por poseer dos patios, podía tener dos o tres pisos, ya sea inferiores, planta baja y entresuelo. Por ejemplo, en los palacios de Puebla figura una gran cornisa volada, con muros recubiertos de ladrillo y azulejo, mientras en la ciudad de México predomina el tezontle. (Piña, 2013:28-30)
En el espacio poblano se tiene la casa del Alfeñique, casas capitalinas las de Heras y Soto, la del Marqués de Jaral de Berrio, conocido como palacio de Iturbide, la del marqués de San Mateo de Valparaíso que son de tezontle y cantera . En el barroco también predominaron los edificios civiles, en este caso solo se mencionarán algunas edificaciones (Piña, 2013: 30-31).
El palacio de los virreyes levantado en la plaza mayor, hoy de la Constitución. La Aduana de Santo Domingo y el palacio de la Santa Inquisición, escuelas como el de las Vizcaínas y San Ildefonso en la Ciudad de México, construcciones grandes, con una fachada que sitúa muy altas ventanas (Piña, 2013: 31).
 Los datos mencionados en relación a la pintura y arquitectura barroca, conlleva a reflexionar la importancia adquirida en varias regiones del territorio novohispano y que en la actualidad aún se cuenta con algunas obras pictóricas y arquitectónicas que dicen mucho de ese pasado histórico.
CONCLUSIÓN.
El arte barroco se convirtió en un movimiento cultural que permitió a pintores, arquitectos, músicos y escultores poder expresar sentimientos e ideales, a través de obras de arte donde dieron a conocer rostros alegres, tristes, dolorosos, de calamidad. Distintos colores, matices de luz y oscuridad que daban vida a cuadros pictóricos.
Además, en la pintura barroca se observan diversas posiciones acordes a eventos religiosos, la alimentación de la época, las prácticas cotidianas, así como la flora y fauna del lugar. Este análisis conlleva a indagar hasta en los pequeños detalles y reflexionar que la pintura y las imágenes de devoción fungieron como elementos fundamentales en la formación del pensamiento social y cultural de la vida novohispana.
De ese modo, la arquitectura barroca, representa formas y estilos, estructuras, ornamentación, exuberancia de tonos claros y oscuros, ventanas, puertas, torres altas y paredes que muestran la influencia española e indígena.
Con ello mismo, el arte barroco se convirtió en esa estética de perfección que da a conocer a través de la construcción de edificaciones religiosas y civiles una sociedad interesada en atender el aspecto cultural, y a su vez influenciada por un pensamiento religioso cristiano que nace con el proceso de conquista.
Divino Rostro, Alonso López de Herrera.
Asunción de la Virgen, Juan Correa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario