EL ARTE EN LAS IMÁGENES RELIGIOSAS.
Hablar
de arte no implica hacer referencia únicamente de los colores, figuras y formas
sino más bien cómo se fue gestando dentro de la sociedad novohispana. Durante
el periodo virreinal, el concepto de arte barroco se fue trasformando para
retomar elementos que no pertenecían solamente a una cultura en especial, ideales
políticos y religiosos de tradición europea se entremezclaron en los
territorios americanos.
Asimismo,
barroco es termino italiano que significa, impuro mezclado, bizarro y audaz. Este
estilo ocupó diversos espacios artísticos e incluso de la vida cotidiana
(Toussaint, 1962:98). De ese modo, el arte barroco se puede encontrar en la
música, en la escultura, arquitectura y sobre todo en la pintura. Jugó un papel
importante en las devociones religiosas por el cual abarcó ámbitos de la vida
social y espiritual del virreinato novohispano. (Doménech, 2013: 128)
En
el caso de Nueva España, la instauración de un mapa devocional tuvo lugar a
medida que se fueron dando las tareas de conquista y evangelización en América.
Desde los primeros momentos, la presencia de signos cristianos fue notable, por
el cual se explica la aparición de devociones especialmente la de cristo y la
virgen junto con la de los santos fundadores de las órdenes (Doménech, 2013:
132).
Durante
el virreinato de la Nueva España el arte y la fe fueron elementos que
estuvieron estrechamente vinculados, en ese sentido las imágenes jugaron un
papel preponderante en el pensamiento religioso de la sociedad de la época. Un
ejemplo claro es el de la Virgen de Guadalupe, devoción que fija sus raíces en
los primeros años de evangelización, la cual fue venerada en el santuario del
Tepeyac convirtiéndose en una de las devociones más importantes del virreinato
(Doménech, 2013: 134).
En
el Nuevo Mundo llegaron devociones de cristos crucificados, como el Cristo de
Burgos. En ese caso debido a que el original representaba una escultura, fue
común que la difusión del culto se diera a través de imágenes pintadas haciendo
referencia al original. Con ello mismo, un ejemplo es la imagen de devoción que se guarda en el Museo
Nacional de Arte, el óleo sobre lámina de cobre del Divino rostro firmado por
Alonso López de Herrera, donde se muestra un rostro de Cristo doliente y sin la
corona de espinas. (Doménech, 2013: 135-136).
Lo
anterior expuesto da a conocer que las imágenes de devoción forman parte de un
contexto cultural determinado, su funcionalidad da cuenta de prácticas devotas
como los novenarios, actos litúrgicos o procesiones. Sin embargo, el papel
ejercido por la literatura de devoción fue relevante debido a que sobresalieron
otros textos como los sermones. De esa manera, el arte novohispano destacó por la
práctica de la pintura y escultura, pero también la literatura ocupó un aspecto
de fortaleza en el pensamiento social y religioso novohispano (Doménech, 2013:
139-140).
De
ese modo, el arte que se desarrolló en los tiempos del barroco en América buscó
potencializar los sentidos y vincular así una experiencia estética a través de
objetos artísticos. Es así como la devoción practicada en los conventos
femeninos, las imágenes visuales y mentales tuvieron un papel fundamental,
imágenes de María, de las Santas Vírgenes y retratos de monjas contribuyeron a
edificar la perfección espiritual (Fragoso, 2013: 157-161).
Con
ello mismo, el arte fue un elemento para
expresar, escenificar y mostrar los eventos de la vida real de una sociedad que
estaba constituyéndose. Reflejó los espacios cotidianos, religioso y obras
suntuosas como iglesias y construcciones civiles que manifestaron el desarrollo
del barroco y su intencionalidad como expresión artística.
PINTURA BARROCA.
La
pintura fue otro medio que representó los escenarios de la vida cotidiana, e
incluso permitió a varios artistas dar a conocer sus ideales, emociones, sentimientos,
formas, figuras, colores y estilos.
A
fines de siglo XVII el barroco es un estilo que se desarrolla en Nueva España
con suntuosos interiores, dando lugar a dos personajes relevantes de su época,
Juan Correa y Cristóbal Villalpando, los siguieron los dos Rodríguez Juárez,
Juan y Nicolás (Toussaint, 1962: 119).
La
pintura barroca se caracteriza por ser luminosa, de entonaciones doradas, gusta
de paisajes otoñales azulosos o rojizos, es ostentosa y especialmente
decorativa. Ante ello, se tienen algunas obras de arte de Juan Correa, Escenas de la vida de San Francisco, de
1681, en 1689 y 1691 sobresalen dos grandes cuadros que se encuentran en la
sacristía de la catedral de México y muestra la Asunción de la Virgen y la Entrada de Jesús a Jerusalén (Toussaint,
1962: 120).
En
Tepoztlán Adán y Eva arrojados del
paraíso, la Anunciación y San Nicolás Obispo así como una Santa Teresa en
la capilla de San Miguel Nonoalco. Del mismo modo, se menciona las pinturas de Juan Correa reflejan
temáticas religiosas, de coloración brillante, de tonos dorados. Además, Correa
muestra una pintura ligera, graciosa, donde las figuras se mueven en ambientes
temblorosos y brillantes (Toussaint, 1962: 120-121).
Otra
figura importante en el arte pictórico es Cristóbal de Villalpando, para la
sacristía de la Catedral de México realizó dos grandes cuadros, la iglesia militante y la iglesia triunfante en octubre de 1684 al
19 de julio de 1685. La cúpula de la capilla de los Reyes de la catedral de
Puebla está pintada por Villalpando al óleo, se calcula que este trabajo fue
elaborado antes de 1692 cuando falleció
el canónigo Castillo. (Toussaint, 1962: 121)
Ahí
mismo, en la catedral de Puebla un medio punto fechado en 1683 que representa
el pasaje de la Transfiguración y la Serpiente
metal, en el Colegio del Estado de la misma ciudad, se tienen las obras de
San Ignacio y San Francisco Javier. En la parroquia de Cholula un San Miguel,
en el Colegio de Tepoztlán hay veintidós telas que representan la vida de San
Ignacio. Así como también, en el Museo Religioso anexo a la catedral de México
se encuentran cuatro cuadros: la Anunciación, El Desposorio, la Huida a Egipto
y la Adoración de los pastores (Toussaint, 1962: 122).
En
ese sentido el arte de Villalpando se caracteriza por ser ágil y de imaginación
ligera. Señala Manuel Toussaint, varias obras de este pintor muestran
desigualdad y lo atribuye a la urgencia con que el artista se veía obligado a
trabajar (Toussaint, 1962, 122).
Nicolás
Rodríguez pintor presbítero, tiene obras donde sobresale lo sobrio, adusto, de
fondos oscuros y tonos sombríos. Entre sus obras destaca el Profeta Isaías, firmado en 1690 en el
templo de la Profesa de México. En la colección Alcázar del Museo Nacional de
Historia, una Santa Teresa con dos ángeles
de 1692, así como una Magdalena
Penitente de 1718, en el Museo de Historia y entre otros trabajos que no
están fechados (Toussaint, 1962, 122-123).
Juan
Rodríguez hermano de Nicolás, fue otro pintor destacado, que a los diecinueve
años firmó un cuadro, la Imagen de Nuestra Señora de San Juan en
1694, además en 1701 pintó un retrato de Felipe
V de cuerpo entero, otras obras no muestran la fecha, como la Vida de la Virgen en el Seminario de
Tepoztlán. (Toussaint, 1962: 123-124)
El trabajo de este pintor es más abundante que
la de su hermano, para Toussaint este personaje revela un gran talento, del
cual algunos de sus proyectos representan una obra maestra, pero también otras
son inferiores, desiguales, donde presenta la urgencia del trabajo y debilidad
de la técnica. (Toussaint, 1962: 124)
Juan
Rodríguez Juárez es considerado
el último gran pintor de la colonia, a pesar de haber presentado el estilo de
Juan Correa y Villalpando, aunque no de forma precisa, lo convierte en una
figura importante dentro de los artistas del barroco y el último de esta expresión artística para
dar lugar a pintores contemporáneos del arte churrigueresco. De alguna manera,
esto conllevó a otra faceta de formas, estilos, estructura y orden en la actividad
artística novohispana (Toussaint, 1962: 124).
ARQUITECTURA BARROCA.
Ahora
bien, ¿De qué manera podemos comprender el arte barroco en el tema de estudio?
En la obra de Manuel Toussaint, Arte
colonial en México se hace referencia,
que el barroco mexicano puede derivarse del barroco europeo. Sin embargo,
se mueve dentro de tendencias peculiares propias, de un desarrollo particular y
único (Toussaint, 1962:98).
El
barroco en América presenta tres matices que lo caracterizan: Barroco sobrio,
el cual implica que es importado de España, rico al adquirir mayor
preponderancia el ornato, y exuberante por que a fines del siglo XVIII alcanza
lujo en ciertas regiones. (Toussaint, 1962: 102)
Uno
de los ejemplares de barroco sobrio en México es la iglesia de San Lorenzo,
terminada hacia 1650, de los conventos de frailes sobresale la iglesia de
Santiago Tlatelolco concluida en 1610, así como la iglesia de la Concordia en Puebla
y la de Guadalajara. (Toussaint, 1962: 102-103)
En
el transcurso del siglo XVII y XVIII se da con mayor profusión un barroco rico,
como los templos ubicados en la ciudad de México, la iglesia de Santa Teresa la
Antigua (1678-1684), la de San Bernardo, terminada en 1690 del arquitecto Juan
de Zepeda con finos ornatos que recuerdan al arte plateresco. En la región de
Jalisco se desarrolló un barroco lujoso, un ejemplo es el templo de Santa
Mónica que data de principios del siglo
XVIII, además la fachada de la iglesia de Santa Anita en Tlaquepaque (1732) muestra
una portada interior de primer orden. (Toussaint, 1962: 105-106).
De
barroco exuberante se considera a Puebla como la ciudad barroca y mudéjar por
excelencia. Comienza con el templo de San Ildefonso para continuar con el de
San Cristóbal y así alcanzar su apogeo con la capilla del rosario, cúpula
decorada de santos, interior recamado de oro,
y de columnas salomónicas (Toussaint, 1962: 107-108).
La
arquitectura barroca religiosa se caracteriza principalmente por la cruz
latina, una sola nave sin crucero, además de que en los edificios religiosos
sobresalen dos elementos, la cúpula y la torre. En el interior la ornamentación
adquiere importancia e incluso los
retablos llegan cubrir en su totalidad impresiones visuales de carácter
pictórico (Piña, 2013:11-12).
Asimismo,
la arquitectura novohispana del siglo XVII y XVIII se construyó con espacios,
volúmenes y superficies fragmentados y contrastados, además de utilizar como
recurso rítmico el claroscuro, la luz inundante, persiguiendo el ilusionismo,
lo fantástico y la subjetividad. (Piña, 2013:7)
En
cuanto a la arquitectura civil presenta
una jerarquía que va desde el palacio urbano, la residencia de los nobles, casa
de vecindad, habitación de los humildes, pasando por las casas solas, y de
renta. El palacio barroco se caracterizó por poseer dos patios, podía tener dos
o tres pisos, ya sea inferiores, planta baja y entresuelo. Por ejemplo, en los
palacios de Puebla figura una gran cornisa volada, con muros recubiertos de
ladrillo y azulejo, mientras en la ciudad de México predomina el tezontle.
(Piña, 2013:28-30)
En
el espacio poblano se tiene la casa del Alfeñique, casas capitalinas las de
Heras y Soto, la del Marqués de Jaral de Berrio, conocido como palacio de
Iturbide, la del marqués de San Mateo de Valparaíso que son de tezontle y
cantera . En el barroco también predominaron los edificios civiles, en este
caso solo se mencionarán algunas edificaciones (Piña, 2013: 30-31).
El
palacio de los virreyes levantado en la plaza mayor, hoy de la Constitución. La
Aduana de Santo Domingo y el palacio de la Santa Inquisición, escuelas como el
de las Vizcaínas y San Ildefonso en la Ciudad de México, construcciones
grandes, con una fachada que sitúa muy altas ventanas (Piña, 2013: 31).
Los datos mencionados en relación a la pintura
y arquitectura barroca, conlleva a reflexionar la importancia adquirida en
varias regiones del territorio novohispano y que en la actualidad aún se cuenta
con algunas obras pictóricas y arquitectónicas que dicen mucho de ese pasado
histórico.
CONCLUSIÓN.
El
arte barroco se convirtió en un movimiento cultural que permitió a pintores,
arquitectos, músicos y escultores poder expresar sentimientos e ideales, a
través de obras de arte donde dieron a conocer rostros alegres, tristes,
dolorosos, de calamidad. Distintos colores, matices de luz y oscuridad que
daban vida a cuadros pictóricos.
Además,
en la pintura barroca se observan diversas posiciones acordes a eventos
religiosos, la alimentación de la época, las prácticas cotidianas, así como la
flora y fauna del lugar. Este análisis conlleva a indagar hasta en los pequeños
detalles y reflexionar que la pintura y las imágenes de devoción fungieron como
elementos fundamentales en la formación del pensamiento social y cultural de la
vida novohispana.
De
ese modo, la arquitectura barroca, representa formas y estilos, estructuras,
ornamentación, exuberancia de tonos claros y oscuros, ventanas, puertas, torres
altas y paredes que muestran la influencia española e indígena.
Con
ello mismo, el arte barroco se convirtió en esa estética de perfección que da a
conocer a través de la construcción de edificaciones religiosas y civiles una
sociedad interesada en atender el aspecto cultural, y a su vez influenciada por
un pensamiento religioso cristiano que nace con el proceso de conquista.
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Divino Rostro, Alonso López de Herrera. |
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Asunción de la Virgen, Juan Correa. |