Diario Personal
Fue el 26 de octubre de
2015 cuando ingrese como docente a la
Escuela Secundaria Técnica Industrial número 97 de la Ciudad de Xalapa. Alegría,
emociones, fortaleza invadieron mi vida, a su vez el miedo también hizo
acto de presencia porque me incorporaba
a una institución grande, ahora si como maestra a impartir una asignatura que
es considerada aburrida para muchos. La historia solo era el principio de una
nueva experiencia más.
El subdirector de la
escuela me recibió con alegría porque los jóvenes estaban sin maestro, recuerdo
perfectamente bien los gestos que hizo
cuando le comente la asignatura que impartiría e inmediatamente me presento con
los grupos, entusiasmado recorrimos cada salón mientras los chicos estaban
asombrados por su nueva maestra.
Caritas asustadas, temerosas, de alegría, no
creían que la persona que estaba enfrente de ellos sería su maestra debido a su
corta edad, joven y de baja estatura. El día de mi presentación la escuela
estaba celebrando el día de muertos, los alumnos disfrazados de catrinas y
sonrientes disfrutaban del evento, por lo que me incorpore hasta la siguiente
semana por el puente que otorgó la secretaria de educación.
Al recibir mi horario
de clases, el material que utilizaría y ver los grupos que estarían a mi cargo
fue fascinante para mí, así como un gran reto debido al desconocimiento de
muchas cosas en el campo de la pedagogía, pero sabía perfectamente bien que la
preparación constante me serviría para apoyar a los jóvenes en su aprendizaje,
así como las estrategias a utilizar para compartir una Historia de México y
Universal de forma diferente, con actitud y motivación buscado métodos y técnicas
para hacer de la clase algo agradable para los alumnos.
El primer día no lo
olvidaré ni mucho menos los primeros meses en la escuela, los niños estaban muy
asombrados porque su maestra es joven, y de voz fuerte. Cuando comencé a hablar
y mencionar como se trabajaría en la clase de historia todos colaboraron, no
falto uno en decir que su anterior maestra ya no les hacía caso, que no les dejaba tarea y que no estaban
acostumbrados a trabajar. Entonces les dije que se cerraba un ciclo y comenzaba
otro y se centraran en el nuevo camino que iniciaba.
Se dieron a conocer las
herramientas y material didáctico a utilizar y que se haría para comprometerse
a trabajar de forma dinámica y creativa, que se necesitaba comenzar de cero aunque
tardáramos un poco. Afortunadamente fueron grupos trabajadores y participativos
que no costo encaminarnos en el proceso.
Es octubre y el tiempo
avanza los estudiantes duraron un mes sin maestro, por lo que inmediatamente
iniciamos los temas. Cuando escucharon como explicaba su maestra, la mayoría de
ellos estaba atento al tema, observaban el entusiasmo y las ganas de compartir
una historia con énfasis.
Alumnos inquietos y muy activos quienes me
hacían trabajar doble buscando estrategias para aquellos jóvenes con un ritmo
de aprendizaje rápido y además porque gustaban de hacer actividades creativas.
Esos momentos como docente, con mis primeros alumnos, aprenderme el nombre de
cada uno de ellos, saber quién es quién, interactuar con los padres de familia,
dialogar con ellos, emplear mis propias técnicas para evaluarlos, para
conocerlos, para tratar con jóvenes es algo que no olvidaré en mis primeros días
como maestra.
Tampoco olvidaré los
rostros de mis primeros alumnos, sus ideas, sus opiniones hacia la historia de
su país, de sus sueños e ilusiones, de sus primeros trabajos, y del enojo que
me ocasionaban cuando no cumplía con la tarea. Esto tan solo queda como un
registro de mi incorporación como docente.